Reducir la huella ecológica y mantener tanto la biocapacidad del territorio como las cualidades de su paisaje natural y rural, incrementando la calidad de vida en el entorno.
El concepto de huella ecológica, relativamente novedoso, ha acabado imponiéndose como una herramienta de análisis y comunicación sumamente útil porque expresa de forma muy sintética mediante un único indicador global la interrelación entre todas las dinámicas referentes al flujo de materiales, energía y consumo de suelo relacionadas con la realidad urbana: cuánta naturaleza usamos en términos de superficie (hectáreas globales) para resolver nuestras necesidades. Se usa ligado al concepto de biocapacidad, o nivel máximo de explotación que puede admitir un territorio sin perder su integridad.
Se establece así el entorno como objeto específico de la formulación, mientras que dentro de los conceptos de huella ecológica, biocapacidad, por una parte, y de calidad de vida, por otras, se hace referencia respectivamente a los aspectos más directamente ligados a la sostenibilidad ambiental, en los primeros términos, y a los aspectos socio-culturales y económicos, en el segundo, subrayando el imprescindible vínculo dialéctico entre ambos que constituye el núcleo del concepto actual de sostenibilidad. El concepto de paisaje, de algún modo, posee cualidades asociadas a ambos aspectos, al contener en sí mismo aspectos ambientales y socioculturales.
Dentro de esta vinculación se halla implícito un reto de futuro y una hipótesis fundamental de cara a cualquier estrategia de transformación: la de que la reducción de las variables que constituyen la base para el cálculo de la huella ecológica, todas ellas relacionadas con el consumo de recursos y materiales y con el estado de la biodiversidad, puede y debe ir unida a un incremento en los indicadores que informan de la calidad de vida de la población afectada. Es decir, que se pueden mejorar notablemente las condiciones de bienestar de todos los seres humanos consumiendo menos recursos y mejorando las condiciones del entorno natural.
Sostenibilidad ambiental
- Mantener la biocapacidad del territorio y minimizar el impacto sobre el medio ambiente y el paisaje global y local de las actividades que se desarrollen en él, favoreciendo las que contribuyan a la restauración de los ciclos naturales.
Sostenibilidad socio-cultural
- Incrementar la calidad de vida en términos de salud, de confort y de bienestar y cohesión social.
Sostenibilidad económica
- Maximizar social y ambientalmente los recursos económicos gestionados por el territorio y fomentar el desarrollo económico asociado a los recursos humanos, energéticos y materiales locales.