Del primer ferrocarril transcontinental de Abraham Lincoln a las autopistas interestatales de Dwight Eisenhower. En los Estados Unidos de América siempre adelantan y adaptan a los tiempos sus sistemas de infraestructuras de transportes con la máxima de atender las demandas proveyendo seguridad, fiabilidad y eficiencia a la población.
Render California High Speed Rail. Fuente: Wikipedia
Con un crecimiento estimado en 100 millones de personas para los próximos 40 años (422 millones en 2055). La aparición de concentraciones metropolitanas, denominadas megaciudades, y la necesidad de desplazar hasta 17 billones de toneladas de mercancías cada anualidad (previsión 2055). Los Estados Unidos enfrentan nuevos retos en sus sistemas de infraestructuras de transporte.
Así nace el plan nacional de ferrocarriles (National Rail Plan), desarrollado por la Administración Federal de Ferrocarriles organismo dependiente del departamento de transportes de los Estados Unidos. Un plan para atender los desafíos de crecimiento de la población, los cambios en la economía, y las innovaciones tecnológicas. Que a día de hoy se traduce en una apuesta clara por la alta velocidad en todo el territorio y se ve reflejado en proyectos como el de la línea de alta velocidad Dallas-Houston que se encuentra en fase de estudio ambiental y se espera entre en operación en el 2021.
Otro ejemplo más conocido es el de la Línea Californiana que unirá Los Ángeles y San Francisco, 840 kilómetros, en 2 horas y 40 minutos. Este año han comenzado los trabajos y se espera este operativa en 2029. (Ver página oficial del proyecto)
La idea es llegar a crear una red de alta velocidad asimilable a la red de autopistas interestatales ya existente. Rutas express que conecten en 2-3 horas grandes áreas urbanas con separaciones de 800 kilómetros. Si bien es verdad, se ha analizado que entrarían en competencia con el resto de modos de transportes y en especial con aquellos por los que se ha apostado históricamente (carreteras y vuelos cortos) a partir de los 160 kilómetros. Como en el caso de la nueva línea Dallas-Houston (apróx 400 Kilómetros). También estableciendo Hubs de alta velocidad en Los Angeles, Albany, Orlando y Chicago se ha estimado una reducción del 27% de los viajes en coches y la eliminación de unos 900.000 vuelos cortos cada año. Precisamente la eliminación de esos vuelos, los menores de 800 kilómetros, es vista no solo como una gran oportunidad logística, económica y medioambiental sino también como una opción viable para descongestionar los aeropuertos estadounidenses que acumulan horas de retraso cada año.