Los sistemas de
infraestructuras hidráulicas requieren de una cierta cantidad de energía para
poder llevar a cabo las funciones hidráulicas básicas de producción, captación,
transporte, tratamiento y distribución de agua. En gestión integral del agua se
conoce a esta relación como binomio agua-energía (en gasto) o dependencia energética
de los sistemas hidráulicos (el agua como consumidor de energía). Conocer
como es la relación de dicho binomio es el punto de partida para establecer
sistemas viables y poder tomar iniciativas encaminadas,
primero al ahorro y la eficiencia energética, y luego a la implantación de
energías renovables al sistema si estas fueran factibles.
Como usamos energía para el agua. U.S. Department of Energy.
A nadie se le
escapa la dependencia energética asociada a la producción industrial del agua
(reutilización, desalación y desalinización) donde se requieren grandes dosis
de energía para llevar a cabo los procesos. En torno a un 37% del coste
operativo que incrementará o disminuirá
según los procesos adoptados.
Mientras, para
otras funciones hidráulicas como pueden ser captación y transporte, solemos ser
más permisivos, no ajustando a priori el coste energético hasta que ponemos el
sistema en funcionamiento y se nos dispara el coste del m3 de agua.
Retrotrayendo a
principios básicos de hidráulica, para que un fluido pueda ser transportado
entre dos puntos necesariamente debe existir una diferencia de gradiente
energético [gradiente hidráulico “carga (Ht)”] entre dichos puntos. Esto se
cumple tanto en superficie como subterráneamente (acuíferos). Para un fluido
ideal, se puede desglosar la carga total, Ht, en un punto como: su carga de
posición (energía potencial o gravitacional); carga a presión (energía de
presión) y carga a velocidad (energía cinética). Para que un sistema
funcione hidráulicamente habrá que aplicar al fluido tanta energía
como la carga total en el punto de destino sumada a la que provocan las
pérdidas de carga durante el transporte (por fricción y locales). No siempre el
funcionamiento de los sistemas puede ser apoyado en la energía de la gravedad
(gratuita) y es entonces cuando incurrimos en un coste para poder aportar la
energía necesaria al fluido.
La siguiente imagen muestra el análisis real de costes de un sistema de captación y transporte de agua realizado recientemente. Vemos que los costes directos de operación prevalecen (56%) y de entre ellos destaca el coste de energía con un (57%). Destapando una dependencia energética del sistema.
La siguiente imagen muestra el análisis real de costes de un sistema de captación y transporte de agua realizado recientemente. Vemos que los costes directos de operación prevalecen (56%) y de entre ellos destaca el coste de energía con un (57%). Destapando una dependencia energética del sistema.
Análisis de coste
de un sistema de infraestructura hidráulica destinado a captación y transporte
(Aducción).
Además del consecuente desembolso económico que conlleva, un sistema dependiente
energéticamente está sujeto a riesgos. Por ejemplo, un
aumento sustancial de los costes energéticos (incrementos tarifarios) a medio
plazo, podría provocar una situación de riesgo para la sostenibilidad ambiental
y económica de muchos sistemas. En el mismo sentido, el huracán Sandy, que azotó Estados Unidos en
2012, es la demostración de que las infraestructuras hidráulicas pueden verse
comprometidas cuando existen pérdidas de energía.
En España, alrededor del 30% del gasto en el ciclo integral del agua corresponde a energía clarificando que el sector del agua es un gran consumidor de energía (2-5% del total del país).
Todo lo anterior hace indispensable diagnosticar y pronosticar los sistemas desde el punto de vista del binomio agua-energía. Planteando actuaciones destinadas a promover la eficiencia y el ahorro energético en las instalaciones energéticas existentes y futuras participantes del binomio.
En España, alrededor del 30% del gasto en el ciclo integral del agua corresponde a energía clarificando que el sector del agua es un gran consumidor de energía (2-5% del total del país).
Todo lo anterior hace indispensable diagnosticar y pronosticar los sistemas desde el punto de vista del binomio agua-energía. Planteando actuaciones destinadas a promover la eficiencia y el ahorro energético en las instalaciones energéticas existentes y futuras participantes del binomio.